Fundamentación

En las últimas décadas, en buena parte de América Latina, se han producido procesos de cambio y de continuidad en materia política, económica y social. En este contexto, tiende a observarse en muchos países de la región una desigualdad persistente –sin menoscabo de las políticas de inclusión y de ampliación de derechos sociales implementadas en varias naciones, con distintos alcances- y se ha generalizado el modelo productivo extractivo-exportador. Este proceso tuvo lugar en un escenario político regional sumamente heterogéneo en términos políticos, coexistiendo –en cada caso nacional- con procesos históricos, orientaciones gubernamentales y fundamentos ideológicos diversos.El neoextractivismo, como modelo de desarrollo, se caracteriza por ciertos rasgos: la reprimarización de la economía expresada principalmente en la producción agropecuariay en otras ramas productivas, como la minería; la explotación indiscriminada e irresponsable de los bienes comunes, apropiados y explotados en gran escala por capitales transnacionales depredatorios con facilidades otorgadas por los gobiernos de las diferentes jurisdicciones; la expansión de las fronteras productivas y una desigual división internacional del trabajo que favorece la generación de conflictos ecológicos y territoriales. En este contexto estructural, se profundizan el proceso de agriculturización que promueve el monocultivo intensivo, el desarrollo de proyectos mineros a gran escala y la posibilidad de llevar adelante emprendimientos basados en la fractura hídrica o fracking.Como correlato de estos procesos, comienza a cuestionarse y a discutirse –no sólo dentro de los ámbitos académicos y universitarios, sino también a nivel político y con la concurrencia de múltiples actores y movimientos sociales- el concepto mismo de desarrollo: sobre todo, se vuelve discutible y criticable la concepción meramente economicista y se promueve un concepto de desarrollo más amplio e integral, ligado no sólo a lo económico sino también a lo social y, en general, a lo humano, priorizando la necesidad de repensar y reevaluar las consecuencias de los modelos dominantes de producción y de consumo.

Desde luego, estos procesos son parte de un escenario mucho más amplio y complejo, a nivel latinoamericano y global, en el que emergen problemáticas y conflictos –de orden económico, político, territorial, ambiental, cultural, identitario, societal- que requieren, de manera cada vez más ostensible, de los aportes de los y las analistas sociales. Especialmente, este aporte es posibilitado por los recursos teóricos y metodológicos que lxs analistas sociales emplean en sus interpretaciones de la realidad social –sin que esto signifique, desde luego, que pretendan arrogarse el monopolio de la palabra sobre la sociedad-: en tal sentido, lxs analistas sociales, definiendo los problemas a partir de sus propios criterios de análisis, construyen la realidad. Aquí, podemos recordar las palabras de Howard Becker: “los problemas sociales no existen independientemente de un proceso definicional. No son problemas sociales porque esté en su naturaleza serlo, sino porque alguien los experimenta y define como tales”. El gran aporte que esperamos, como sociedad, de lxs analistas sociales es, precisamente, la formulación de problemas, cuyas respuestas siempre serán provisorias. Problematizar es construir problemas, razón de ser de ese pensamiento crítico y desnaturalizador tan asociado a la ciencia social y a su promesa, como decía Wright Mills.

En este escenario, y desde el interior del interior de la Argentina, proponemos la realización de este Congreso, a los fines de favorecer un espacio de encuentro e intercambio entre investigadores e investigadoras de la realidad social nacional y latinoamericana, procedentes de diferentes formaciones disciplinarias que contribuyan, desde sus específicos principios de análisis o puntos de vista, a una imaginación sociológica de lo que ocurre actualmente. Asimismo, se favorecerá la participación, en estas jornadas, de militantes de organizaciones y movimientos sociales abocados a luchas específicas, de manera que puedan intercambiar sus experiencias entre sí y con lxs investigadorxs sociales y el público en general.